Elaboró: Marcela E. Vega G.
Un profesional de la salud tiene la responsabilidad de conocer los diferentes conceptos relacionados con la diabetes, de este modo, se podrá dar información certera sobre los factores de riesgo y muchas otras situaciones que tienen como finalidad tomar medidas que prevengan el desarrollo de la diabetes.
Los términos “resistencia a la insulina” e “intolerancia a la glucosa” son importantes y están estrechamente relacionados con el desarrollo de la diabetes. Frecuentemente se piensa que significan lo mismo, pero en realidad son diferentes y en este blog se explica en qué consiste cada uno.
Hablemos de prediabetes
La prediabetes se refiere a la condición que se presenta antes de la diabetes, es decir, es un estado en el que las cifras de glucosa están elevadas, pero sin alcanzar los rangos para diagnosticar diabetes. La prediabetes incluye dos situaciones:
Glucosa en ayuno alterada (GAA): Se refiere a los niveles de glucosa que se miden en ayuno y se encuentran entre 100 y 125 mg/d*.
Intolerancia a la glucosa (ITG): Se refeiere a cuando la glucosa en sangre se encuentra entre 140 y 199 mg/dl dos horas después de una carga oral de 75 gramos de glucosa anhidra disuelta en agua (Curva de Tolerancia Oral a la Glucosa, CTOG).
*Al menos 8 horas de ayuno.
Ambas pruebas deben realizarse en un laboratorio, es decir, se miden en una muestra de sangre venosa.
Una persona podría presentar glucosa alterada en ayuno, intolerancia a la glucosa o ambas, pero se debe tener presente que ambas alteraciones metabólicas son consideradas como prediabetes y son un factor de riesgo para el desarrollo de diabetes y de enfermedad cardiovascular y ambas requieren detección y tratamiento oportunos.
La prediabetes no debe ser vista como una entidad clínica en sí, sino como un factor de riesgo para la progresión a diabetes y enfermedades cardiovasculares. La prediabetes se asocia con la obesidad (especialmente obesidad abdominal o visceral), dislipidemia con triglicéridos altos y/o colesterol HDL bajo e hipertensión. La presencia de prediabetes debe impulsar una evaluación integral para los factores de riesgo cardiovascular.
¿Qué es la resistencia a la insulina?
La insulina realiza sus acciones principalmente en el tejido muscular, en el tejido adiposo y en el tejido hepático. A estos tejidos se les conoce como “tejidos insulinosensibles” y, en condiciones normales, la insulina actúa y realiza sus acciones en dichos tejidos.
¿Cuáles son las acciones de la insulina? Los efectos de la insulina son múltiples en diferentes tejidos y afectan el metabolismo de los hidratos de carbono, los lípidos y las proteínas. La insulina permite que la glucosa se almacene en los tenjidos: En el hepático y muscular en forma de glucógeno y en el adiposo en forma de triglicéridos. También permite que haya captación de aminoácidos para la formación de proteínas.
Para que la insulina realice sus efectos metabólicos a nivel celular es necesario, en primer lugar, que se una a sitios específicos localizados en la superficie de las células del músculo. del hígado y del tejido adiposo. Estos sitios específicos son los “receptores de insulina”. Una vez que la insulina se une a su receptor en la superficie de las células, entonces se desencadena una serie de reacciones bioquímicas que tendrán como resultado las acciones relacionadas con la actividad de la insulina.
La resistencia a la insulina es una alteración que se presenta con un defecto en la sensibilidad de los tejidos para responder a las acciones normales de la insulina, entre las que destacan:
Disminución en la capacidad de estimular la captación de glucosa.
Incapacidad de impedir la sobreproducción de glucosa por el hígado.
Incapacidad para inhibir la lipólisis.
La resistencia a la insulina constituye el defecto primario en la diabetes tipo 2. Dicho defecto radica en los procesos que se originan después de que la insulina se une al receptor en la célula, llamados “defectos post receptor”. La localización del decfecto se encuentra en la región “post receptor” de los tejidos insulinosensibles.
En la resistencia a la insulina puede haber concentraciones normales o elevadas de insulina. Esto significa que, durante varios años, la resistencia a la insulina puede ser compensada por medio de un incremento en la secreción pancreática de insulina. Dicho incremento crea un efecto de hiperinsulinemia con una actividad normal en los tejidos, lo que permite que las cifras de glucosa se mantengan dentro de los rangos adecuados (hiperinsulinemia con normoglucemia). Con el paso del tiempo, que pueden ser años, las células beta del páncreas -que son las células productoras de insulina- disminuyen su capacidad para secretar insulina, terminando así con este mecanismo compensador y dando lugar a la hiperglucemia.
Entonces, esta incapacidad de las células para secretar insulina da lugar al incremento en los niveles de glucosa más allá de los rangos normales, pero sin sobrepasar los rangos que se consideran diagnósticos de diabetes, es decir, se desarrolla prediabetes.
Se han descrito diversas situaciones que pueden desencadenar resistencia a la insulina, entre ellas se encuentran: Sobrepeso u obesidad, sedentarismo, alimentación inadecuada, embarazo (especialmente durante el segundo trimestre), síndrome de ovario poliquístico y factores genéticos.
Para diagnosticar resistencia a la insulina se debe hacer una evaluación clínica y revisar el peso, la talla, el índice de masa corporal y la circunferencia abdominal para determinar la existencia de sobrepeso u obesidad, asimismo, es importante evaluar los factores de riesgo y buscar señales de resistencia a la insulina, como la “acantosis nigricans”. También se puede realizar la medición del índice “HOMA” (Homeostatic Model Assessment), que es una herramienta que sirve para detectar la resistencia a la insulina a través de la medición, en un laboratorio, de la glucosa y de la insulina en ayuno.
¿Cómo prevenir?
Si se detecta resistencia a la insulina o prediabetes, deben tomarse acciones inmediatas para prevenir el riesgo de diabete y de enfermedad cardiovascular.
Realizar cambios en el estilo de vida (como mantener una alimentación saludable, así como realizar 150 minutos a la semana de ejercicio de intensidad moderada, (por ejemplo, caminar) han mostrado efectos beneficiosos, pues mejoran la sensibilidad a la insulina y reducen la grasa abdominal.
La evidencia sugiere que no hay un porcentaje ideal de calorías de carbohidratos, proteínas y grasas para prevenir la diabetes; por lo tanto, la distribución de macronutrientes debe basarse en una evaluación individualizada de los patrones alimentarios actuales, así como en las preferencias y las metas metabólicas.
Referencias:
Pérez Pastén E., Educación en diabetes, Manual de apoyo para el educador en diabetes. Tomo 1. Aspectos clínicos, México, 2018.
American Diabetes Association Professional Practice Committee. 2. Classification and diagnosis of diabetes: Standards of Medical Care in Diabetes—2022. Diabetes Care 2022;45(Suppl. 1):S17–S38.
American Diabetes Association Professional Practice Committee. 3. Prevention or delay of type 2 diabetes and associated comorbidities: Standards of Medical Care in Diabetes—2022. Diabetes Care 2022;45 (Suppl. 1): S39–S45.
https://endocrinologia.org.mx/pacientes-resistencia-insulina.php
Ros Pérez, M., & Medina-Gómez, G. (2011). Obesidad, adipogénesis y resistencia a la insulina. Endocrinología y Nutrición, 58(7), 360–369. https://doi.org/10.1016/j.endonu.2011.05.008.
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